Urkullu denuncia que el objetivo de Rubalcaba es «desalojar al PNV de las instituciones»
Las formaciones nacionalistas vascas criticaron ayer la advertencia del ministro Rubalcaba de que el Gobierno se opondrá a legalizar a Batasuna aunque condene la violencia de ETA. El más contundente fue el presidente de PNV, Iñigo Urkullu, que teme que detrás de estas palabras se esconda «una estrategia de Estado», no sólo para luchar contra el terrorismo, sino para «desalojar» al PNV de las instituciones vascas. Otras formaciones nacionalistas, como Aralar o EA, denunciaron las «contradicciones» en las que, a su juicio, incurre Alfredo Pérez Rubalcaba tras años exigiendo a Batasuna que rechace explícitamente los atentados.
Las palabras del ministro socialista, que avisó que en los próximos meses habrá una nueva «farsa» de la izquierda abertzale anunciando que condenan la violencia y que tratan de convencer a ETA de que deje las armas para poder volver a ser legales, desataron todo tipo de críticas entre las formaciones nacionalistas frente a las alabanzas de socialistas y populares.
Aunque el propio Rubalcaba aseguró el lunes que había hablado del asunto con el PNV y este partido le «comprendía», la reacción jeltzale indica lo contrario. Su portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, consideró que si Batasuna condena a ETA debe ser legalizada. Y Urkullu criticó que «los poderes del Estado aplican la geografía cambiante con las ilegalizaciones de los brazos políticos del autoproclamado MLNV» para lograr sus fines. Por ello, no le sorprenden las palabras de Rubalcaba.
Utilizando un símil montañero, Urkullu señaló que la cumbre para llegar al Everest siempre «es la misma», pero apuntó que «el camino para llegar a ella «cambia cada amanecer», aunque «por suerte», están los sherpas que se encargan «de volver a señalar la ruta adecuada». Con las ilegalizaciones ocurriría lo mismo, en su opinión, porque el Estado ha ilegalizado en varias ocasiones candidaturas de la izquierda abertzale mientras que en otras, como con ANV en las municipales de 2007, las permitió pese a atentados como el de la T-4 de Barajas.
El presidente del PNV insistió en que el objetivo paralelo es desalojar a la formación nacionalista de las instituciones, en línea con lo ocurrido en el Gobierno Vasco, donde los jeltzales acusaron a los socialistas de aprovecharse de la ilegalización de las candidaturas de ANV para alcanzar junto al PP la mayoría absoluta.
El resto de formaciones nacionalistas consultados por este periódico también criticaron las palabras del ministro. Desde las filas de Aralar, su coordinador, Patxi Zabaleta, consideró que Rubalcaba cae en una «flagrante contradicción» después de «cuarenta años» pidiendo a Batasuna que rechace explícitamente la violencia. A su juicio, este «endurecimiento» del mensaje del Gobierno español demuestra que la tesis de la «línea divisoria» entre quienes condenan y no, no tenía «consistencia ideológica».
Zabaleta lamentó que el Ejecutivo de Zapatero está sacando «réditos» de la sentencia del Tribunal Europeo de Estrasburgo, que ratificó la ilegalización de Batasuna, que es una «barbaridad».
En parecidos términos se expresó el dirigente de EA Rafa Larreina, que expresó su desconfianza en todo lo que puedan decir Rubalcaba y los socialistas porque «luego hacen lo contrario de lo que apuntan en sus declaraciones», en alusión a los repetidos procesos de diálogo con ETA. El miembro de la formación nacionalista consideró «absurdos» todos estos pronunciamientos, que buscan «satisfacer determinados oídos», y abogó por «el trabajo político para que ETA acabe cuanto antes». En este sentido, señaló que su partido sigue trabajando a nivel «interno» en concretar las coordenadas de un movimiento abertzale en favor de la autodeterminación, el denominado 'polo soberanista', pero siempre bajo la base de la «defensa de los derechos humanos».
Por su parte, Martin Beramendi, de Hamaikabat (H1!), la formación escindida de EA, cree que en vez de ilegalizaciones, lo que verdaderamente hay que hacer es en trabajar en la «deslegitimación» de la violencia para evitar que muchos jóvenes vean como «un mito» el «dar el salto» a ETA. «Ésta es la cuestión que tiene pendiente el sistema democrático», subrayó.
Mientras, Ezker Batua también criticó a Rubalcaba. Su dirigente, Serafín Llamas, consideró que, «si la izquierda abertzale expresa de manera nítida y clara su condena absoluta a la violencia de ETA y exige su desaparición definitiva», el Gobierno central «debería tener en cuenta ese paso para permitir su participación en las instituciones». A su juicio, «de esta forma, ETA se convertiría en un reducto de criminales sin ningún tipo de apoyo social ni político».
Por último, el portavoz de la nueva formación de izquierdas Alternatiba, Oskar Matute, denunció una «estrategia del Gobierno del PSOE que busca no sólo recabar unanimidad contra ETA sino a favor de su política antiterrorista y su visión de resolución de conflicto, errando totalmente». Para Matute, las palabras del ministro «inciden en una vuelta de tuerca más a la antidemocrática Ley de Partidos».
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