Extractos de Suárez-Zuloaga

Ignacio Suárez-Zuloaga es escritor, autor del libro "Vascos contra Vascos". Los siguientes párrafos están entresacados de un texto suyo que aparece en el diario vasco de hoy.

La recuperación de las antiguas prácticas pactistas implica anteponer el autogobierno y el diálogo entre partidos sobre los programas de cada cual; algo para lo que es imprescindible recobrar previamente la confianza. Primero debería alcanzarse un marco de acuerdo entre los partidos vascos que aceptan la democracia parlamentarista; y posteriormente un pacto de todos estos con los del resto del Estado.

Este planteamiento recoge la reivindicación histórica de la bilateralidad entre el País Vasco y el reino de España, por la que Euskadi se integra lealmente en el Estado desde un acuerdo refrendado por todos los partidos democráticos. Como pacto implica una cierta igualdad y reciprocidad de deberes y derechos; resultando compatible con la ideología nacionalista y la tesis de la soberanía originaria de los vascos. (Creo que te equivocas Ignacio)

Conviene recordar que aquel espíritu pactista presidió la actuación conjunta de las diputaciones vascas tras la derrota carlista en 1876. Una abrumadora mayoría social, integrada por vencedores (liberales) y vencidos (carlistas) que obligó a Cánovas del Castillo a decretar subrepticiamente -y consolidar a lo largo de los años- un sistema de conciertos económicos transitorios que sigue en vigor 130 años después; sustituyendo en la práctica a los fueros medievales. Un sistema que consiguió mitigar la honda fractura social causada por aquella guerra, y propició la mayor oleada de prosperidad que ha tenido la historia de Euskadi (1876-1917).

Porque cuando los políticos discreparon civilizadamente, los vascos nos caracterizamos por ser un pueblo pacífico y solidario. El análisis de la Historia demuestra que la Vasconia foral fue el territorio menos violento de la Monarquía hispánica. Carente de guerras civiles entre los siglos XVI y XIX; los periódicos conflictos sociales -las matxinadas- fueron producto de abusos ilegítimos de las autoridades, siendo reprimidas de modo poco cruento (para la época) finalizaron con soluciones salomónicas y restituciones de derechos. Una vez recuperado el autogobierno, y siendo las disputas principales el asunto de la soberanía y el nombre del inquilino de Ajuria Enea, ahora es el momento de propiciar la tranquilidad y la convivencia de los vascos para afrontar conjuntamente los retos que nos depara el futuro: cómo mantener la prosperidad y la identidad en un mundo globalizado.

Después de estas loas al discurso de Imaz; una sola crítica. Habiendo tenido el conflicto vasco periodos en los que fue una lucha por el autogobierno, reconozcamos que esto ya no es hoy lo sustancial. La disputa no es con España, que acepta, respeta -e incluso admira- nuestro particularismo. Actualmente, el conflicto tiene dos vertientes: la violencia que sigue ejerciendo el MLNV contra los demócratas y la intolerancia entre nacionalistas y no nacionalistas. Temas ambos en los que el pragmatismo y el humanismo deberían prevalecer sobre los programas y las vanidades.

Las opiniones de este hombre dan mucho juego, ¿verdad?

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