El compromiso por unos retos inaplazables


Artículo de Arturo Garcia, Pako Etxebeste, Patxi Meabe y Ramón Balenciaga en Noticias de Gipuzkoa.

El criminal atentado de ETA, el pasado 7 de marzo, contra la vida de Isaías Carrasco e, igualmente el perpetrado el pasado Viernes Santo en Calahorra, ha marcado y condicionado todo el devenir de este mes de marzo, incluido el de las elecciones generales del día 9. No creemos exagerar al afirmar que estamos envueltos en un profundo pesimismo social. Ignoramos si ETA es más o menos fuerte que en el pasado. Sí sabemos del clamor y del hastío de una sociedad que mayoritariamente rechaza esta violencia y sus prácticas mafiosas.

Con todo, la situación que estamos viviendo no es tan nueva, ni los comportamientos electorales producen cambios tan profundos en la forma de pensar y actuar de la población. Sin embargo, en un momento dado, un hecho significativo, como puede ser un atentado mortal, impacta profundamente en los sentimientos de la mayoría de la población.

Parece que estamos en un eterno retorno. Somos los mismos, hablando de lo mismo. Más polarizados y más radicalizados, si cabe. Una sociedad dolorida que se va acostumbrando a la conculcación de la dignidad de aquellos que no piensan como uno mismo y en la que una minoría significativa, radicalizada, justifica y calla ante el uso del terror como arma política.

Debido al gran número de elecciones, nos movemos en la dinámica de los planteamientos y soluciones a "corto plazo", con una notable falta de perspectiva y una férrea terquedad en la defensa de las propias posiciones. La idea del Bien Común se ha difuminado en aras del bien privado inmediato y a cualquier precio.

Los procesos sociales y políticos son lentos. Necesitan madurar las condiciones materiales y personales para hacer avanzar a la sociedad hacia formas más humanas de progreso y convivencia como es en nuestro caso. También en la problemática referente al autogobierno, teniendo en cuenta la pluralidad de sentimientos encontrados. ¿No es este cortoplacismo la raíz del desengaño de muchos jóvenes y adultos que creyeron en cambios radicales en cortos periodos de tiempo? Aunque en las obras materiales sea relativamente fácil mensurar lo que se cumple o no, según el presupuesto y el tiempo determinado de antemano, en aquellos proyectos sociales que dicen mayor relación a cambios de actitudes o convicciones, la dificultad de acertar en los medios y de escoger los tiempos necesarios se acrecienta.

No basta lanzar campañas. Hay que concretarlas y planificarlas en el tiempo, en razón de los medios disponibles y de la inercia de las personas a las que se dirigen. La legítima propuesta del Lehendakari de dar la palabra al pueblo, es un innegable principio democrático, pero antes de su materialización nos parece importante llegar a consensos previos, fruto de cesiones de postulados políticos que no se consideran inalterables. Algo similar ha sucedido en el Parlamento Vasco referente a la cuestión sobre las víctimas. Se planteó que siendo todas ellas personas iguales y acreedoras de la máxima solidaridad y afecto, la atención debía ser diferente en algunos casos en razón de motivos sociológicos y políticos. ¿Cómo llevar esto en justicia a la práctica? Se era y se es consciente de la necesidad de un espacio prolongado de tiempo para ir subsanando los largos años de injusticia y dolor acallados.

Impulsar las bases necesarias para poner en marcha la Educación para la Paz es algo inaplazable, pero en Euskal Herria se necesita un trabajo previo. Hay muchas versiones de la realidad que necesitan clarificarse. Para un trabajo efectivo y continuado de Educación para la paz, es indispensable la participación de todos los foros educativos, desde la Enseñanza Primaria hasta la Universidad. Por supuesto, el compromiso de las familias, el de los medios de comunicación, y el de las diversas instituciones sociales y culturales de nuestro pueblo, algunas de ellas todavía inmunes a cualquier desautorización de la violencia de ETA.

Tener perspectiva y planificar, teniendo en cuenta todos estos elementos, por arduo o incómodo que resulte, es absolutamente necesario, si no queremos encontrarnos nuevamente ante un proyecto baldío. No se puede escribir en el aire.

La exigencia de la solidaridad y el respeto a la voluntad del pueblo deben estar en la base de la convivencia política. La solidaridad no puede exigirse por ley, pero sí por un principio ético. La convivencia largamente compartida con otros pueblos del Estado no puede estar ausente de las reivindicaciones de autogobierno. Las formas políticas que hagan posible la legítima reivindicación a decidir nuestro futuro, así como la colaboración solidaria con el resto del Estado, demandan una fórmula política consensuada y renovada, fruto de la sabiduría política de nuestros gobernantes. El consenso es lo contrario de la imposición y del dogma político inalterable. Sólo la flexibilidad de las partes hace posible la superación de los conflictos y la consecución de pactos políticos estables. Sin reconocimiento recíproco y cesiones mutuas, no hay pacto. Tampoco, cuando no existe ánimo de cumplirlo. Así lo demuestra la experiencia de otros países. También, en nuestro caso, esto es posible. Pero no olvidemos que los derechos humanos, individuales y colectivos, no pueden ser objeto de ningún pacto. Otra cosa es la materialización del ejercicio de tales derechos, en una coyuntura política determinada.

1 comentario:

igeldo dijo...

De este interesante articulo, me gustaria resaltar el siguiente parrafo: "La legitima propuesta del Lehendakari de dar la palabra al pueblo, es un innegable principio democratico, pero antes de su materializacion nos parece importante llegar a consensos previos, fruto de cesiones de postulados politicos que no se consideran inalterables".

Este planteamiento de "consultar tras acordar" venia recogido en:

1.- Acuerdo de Gobierno Tripartito PNV,EA,IU del 2005.

2.- Documento sobre Normalizacion Politica "Elkarbizitzarako Bakebideak" de octubre de 2005 aprobado por unanimidad en el EBB del PNV.

La pregunta es ¿porque el Lehendakari y las direcciones del PNV de Gipuzkoa y Araba han querido otorgar protagonismo cuasi exclusivo a la consulta relegando a un nivel secundario al concepto de "acuerdo entre diferentes"?.