Entre todos la mataron

...y ella sola se murió.

Artículo de opinión en Noticias de Gipuzkoa por Iñigo Barandiaran, Aitor Elorza, Albaro Fernández y Roberto Mendiguren, miembros de EAJ-PNV.

Este parece ser el destino de la tan cacareada democracia española. En sentido estricto, la democracia es una forma de gobierno, de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le confieren legitimidad al representante como gobierno del pueblo.

Hoy, que se trata de fomentar la participación ciudadana en los procesos de decisión, la democracia se encuentra en entredicho, al menos desde el punto de vista de quienes, como nosotros, consideramos como colectividad al pueblo vasco.

Otros no. Para otros (entre los que se encuentran los socialistas, tan fundamentalistas españoles ellos, liderados por Rodríguez Zapatero), la colectividad es el pueblo español. Esa famosa frase "Vivimos juntos, decidamos juntos", haciendo cantos a la transversalidad, a la "soberanía compartida", ha quedado, en la realidad, resumida en "Vivimos juntos, decido yo". Conclusión: para el PSOE la transversalidad sólo si es con ellos, y de soberanía compartida, nada: la soberanía reside exclusivamente en el pueblo español.

Porque el recurso ante el Tribunal Constitucional presentado por Rodríguez Zapatero a la Ley de Consulta aprobada por la mayoría del Parlamento Vasco supone la negación rotunda del reconocimiento del pueblo vasco como colectividad y como sujeto de derecho, además de deslegitimar al que, la mayoría, consideramos nuestro máximo órgano de representación: el Parlamento Vasco. Tal es así que lo que se pretende con el recurso no es otra cosa que amordazar al conjunto de la sociedad vasca, de tal forma que la misma no pueda pronunciarse sobre temas de tal calado como lo son la paz y la forma de convivencia con el Estado español.

Que representantes elegidos por el pueblo tengan miedo a lo que pueda decir el pueblo no deja de ser una perversión de la democracia. Impedir que el pueblo se pueda expresar, que es el caso del recurso a la Ley de Consulta, sí aleja al mismo de la clase política.

Más Estatuto, proclaman los nacionalistas españoles. La consulta es anticonstitucional, aseguran. Constitución y Estatuto. Algunas comunidades autónomas pueden efectuar consultas, en Euskadi, no. ¡¡¡Ah, el Estatuto!!! Rodríguez Zapatero es el único presidente de un Gobierno español en cuyo mandato no se ha transferido ninguna competencia. Muerto y enterrado está también el Estatuto para el presidente español… salvo que Patxi López sea el próximo lehendakari, momento que aprovecharán, Dios no lo quiera, para hacer alguna pequeña concesión.

¿Se está cumpliendo, por parte de los gobernantes españoles, esa legalidad que tanto exigen a otros en el caso del Estatuto? Por supuesto que no, pero es que encima, para más inri, la ministra donostiarra que ha vivido, y bien, gracias a las ayudas de las instituciones vascas -no es el caso de muchos investigadores españoles que se han visto obligados a emigrar para poder llevar adelante sus proyectos o, simplemente, ser reconocidos- se permite la frivolidad de decir que la transferencia en materia de investigación no nos conviene. Por lo visto, el Gobierno Vasco no es aún mayor de edad para saber lo que le conviene, o no. Como tampoco lo es el pueblo vasco para decidir su futuro.

Estas afirmaciones de la ministra Garmendia recuerdan a aquellas declaraciones de Aznar cuando, tras la derrota del frente nacionalista español de Mayor Oreja y Redondo Terreros (PSOE-PP, tanto monta, monta tanto) en las elecciones autonómicas, decía que los vascos no estábamos lo suficientemente maduros.

Habría que recordar a la ministra la comparativa entre la situación en la que afronta Euskadi la crisis económica -que tanto ha costado reconocer al Gobierno estatal- y cómo lo hace el Estado español. Nuestras empresas están, al menos de momento, resistiendo bien el embate. Están mejor preparadas para hacer frente a dicha crisis, y no precisamente por la no-transferencia de la competencia y correspondientes recursos en materia de investigación, sino porque ha apostado por la misma con independencia de disponer, o no, de los recursos económicos que, según el Estatuto, le corresponden.

Extraña, ante todos estos incumplimientos sistemáticos o afirmaciones desafortunadas o interesadas por parte de destacados miembros del partido en el gobierno del Estado, que el recién nombrado secretario general de los socialistas guipuzcoanos, Iñaki Arriola, afirme que "el PNV ha dejado ya de ser un partido serio y de palabra". ¿Dónde está, no ya la palabra y la seriedad de los socialistas vascos, sino su concepto del cumplimiento de la legalidad vigente?

No cabe duda de que, en seriedad y cumplimiento de la palabra dada, el lehendakari y los partidos PNV-EA-EB y Aralar están siendo absolutamente escrupulosos. En el cumplimiento de la palabra dada. Y para saber qué opinan los vascos, la consulta es necesaria.

Ya empezamos a dudar de todo. Constitución, de obligado cumplimiento... para algunos. Estatuto, depende de quién sea el lehendakari (en función de su servilismo al partido gobernante en Madrid). Y democracia, el gobierno del pueblo… sin contar con el pueblo.