Los críticos de EA abandonarán el partido para crear una nueva formación política

EA se escinde. La ruptura con la dirección anunciada por el sector crítico el pasado sábado dio a última hora de ayer un paso más, el definitivo. La corriente liderada por Iñaki Galdos emprende una nueva andadura política, fuera de Eusko Alkartasuna, bajo el nombre de Alkarbide, con la que «buscan rescatar la línea fundacional» del partido nacido en 1986.

La decisión se dio a conocer a las 22.45 horas, después de la reunión que miembros de la ejecutiva regional de Gipuzkoa mantuvieron por la tarde en Zarautz. En un comunicado, firmado por quince representantes de la corriente crítica, entre ellos Iñaki Galdos y el diputado foral Pello González, anuncian su «compromiso» de «articular un nuevo movimiento de ámbito nacional, abertzale, democrático y socialdemócrata» denominado Alkarbide, que quedará constituido antes de que finalice el año.

La decisión llega después de los importantes e «irreconciliables» desencuentros que ambos sectores han mantenido desde la deba-cle electoral del pasado 1 de marzo. Según los críticos, el «declive» de EA se debe «sobre todo a una deriva estratégica» que «ha vuelto irreconocible el partido para la inmensa mayoría de sus votantes», lo que le ha llevado a «la mínima expresión», a perder seis de sus siete parlamentarios en la Cámara vasca.

El sector que lidera Galdos, mayoritario en Gipuzkoa, argumenta que su escisión es fruto de las decisiones «tomadas en foros no oficiales del partido» de las que «hemos sido excluidos», y que han llevado a la dirección a cambiar «la fórmula electoral», en alusión a la presentación sin el PNV en los comicios, y a dar un «giro estratégico hacia un polo soberanista con las fuerzas de la autodenominada izquierda abertzale».
Aseguran que su «esfuerzo leal, sincero y consistente» por la «integración interna» no ha sido «correspondido» por la ejecutiva nacional, a la que acusan de tener como «objetivo la liquidación interna de su corriente más leal con el proyecto fundacional».

Los críticos consideran que el proceso de reflexión, Suspertu, que iniciaron tras los comicios autonómicos era «un ejercicio necesario» para «ayudar al relanzamiento de Eusko Alkartasuna y del nacionalismo institucional». Pero aseguran que sus conclusiones, «que reafirman la necesidad que tiene el país de retomar el proyecto originario», no han sido escuchadas. Es más, afirman que el sector oficial «ha centrado sus esfuerzos» en «excluir la sensibilidad que, se acepte o no, mayores adhesiones sociales ha obtenido», en su opinión, la que les mantenía coaligados «nacionalismo institucional» y al PNV.

El comunicado llegó dos días después de que Galdos anunciara «diferencias irreconciliables» con la dirección y, tan sólo unas horas después de que el vicepresidente del partido, Koldo Amezketa, respondiera al principio de ruptura abierto el sábado.

La dirección de EA había hecho un llamamiento al «respeto» entre militantes y a la utilización de los «mecanismos existentes» para debatir las diferencias entre ambos sectores. «Deben terminar las declaraciones de carácter público sobre debates cruciales para el futuro del partido», dijo Amezketa, quien invitó al sector crítico a «debatir» y manifestar su posición en las asambleas precongresuales y en el Congreso, que se celebrará los próximos días 20 y 21 en Vitoria, y en las enmiendas a la Ponencia Política y de Estatutos.

Los rifirrafes públicos, insistió el líder del partido, sólo «sirven para crear un ambiente de crispación que es el menos adecuado en la antesala» del encuentro.
Amezketa, en la nota enviada ayer por la tarde tras la reunión de la ejecutiva nacional en Vitoria, se mostró convencido de que el partido y su proyecto saldrían «reforzados» del congreso porque «es lo que Euskal Herria necesita». Pero ya no hay vuelta atrás.

La estrategia de impulsar un polo soberanista ha terminado por romper un partido que arrastraba numerosas fisuras. Esta iniciativa, para la que la izquierda aber-tzale ha mostrado su disposición, ha sido criticada en numerosas ocasiones por el sector que lidera Galdos. Él mismo el pasado sábado reiteró que no comparte esa estrategia y aseguró, además, que no tiene «nada que ver con un mundo que no respeta los derechos humanos».

Esa declaración molestó profundamente a la dirección nacional, que ayer contestó de forma tajante. «Es una perversidad que desde nuestra propia casa se ponga en duda la trayectoria democrática» del partido, señalaron.

El líder de la formación reprochó la «utilización claramente manipuladora» del concepto 'polo soberanista' por parte de algunos miembros del partido. En primer lugar, aclaró que ese término no está recogido en las enmiendas redactadas para el Congreso, aunque sí lo está, como explicó hace días, la apuesta por un «movimiento democrático independentista» basado en la «defensa a ultranza de los derechos humanos». Amezketa insistió ayer en esta clave y recordó que «la defensa de todos los derechos humanos para todas las personas es una de las bases de Eusko Alkartasuna» desde su origen. Ese principio, añadió, «nunca se ha olvidado en la gestión política y nunca se olvidará».

El líder de EA insistió en que la formación nacida como escisión del PNV «siempre ha defendido el derecho de autodeterminación y su ejercicio, así como los derechos de Euskal Herria» y «siempre» ha mantenido que ésta y cualquier otra reivindicación «debe realizarse por medios estrictamente políticos y democráticos».

A pesar de los intentos de conciliación que ambos sectores dicen haber intentado, la escisión de los críticos es un hecho, y marcará el partido que encontrará el próximo candidato a ocupar la secretaría general, Pello Urizar.

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