La lección que ni Ibarretxe ni sus seguidores han aprendido

Oscar Rodríguez Vaz, Parlamentario y secretario general del grupo PSE-EE, en Noticias de Gipuzkoa.

Quizás haya sido exagerado el revuelo que ha ocasionado el artículo que bajo el título La lección que Ibarretxe no ha aprendido publicó NOTICIAS DE GIPUZKOA el pasado 1 de octubre.

No descubro nada nuevo si afirmo que a Ibarretxe no le gustamos nada quienes entendemos Euskadi de una forma diferente a la suya. Tampoco aporto ninguna novedad si digo que el PSE-EE no es un partido con el que le guste relacionarse y pactar con normalidad. Y tampoco me considero ningún lumbreras por constatar que desde octubre de 1998 han sido muchos sus pactos con la izquierda abertzale (tres ejemplos: acuerdo de gobierno en 1998, plan Ibarretxe en 2004 e investidura en 2005).

Así pues, como decía, mantengo que "Ibarretxe lleva nueve años remando en contra de la transversalidad, en contra del encuentro entre las dos grandes almas políticas de Euskadi -la abertzale y la autonomista- y en contra de compartir un proyecto de vida entre diferentes".

Considero además que, solamente siendo consciente de esta realidad, se puede interpretar de forma adecuada la propuesta formalizada por el lehendakari el pasado 28 de septiembre en la Cámara vasca.

Intuyo que ni Ibarretxe ni el PNV tienen demasiadas esperanzas en que lo planteado el 28 de septiembre vaya a llegar a buen puerto. Lo que sí creo es que es una estrategia puramente electoral -legítima, pero burda e irresponsable- al objeto de ir nuevamente a por los más de 600.000 votos alcanzados por la coalición PNV-EA en las elecciones autonómicas de 2001.

Ibarretxe hace esta propuesta porque es consciente de la desorientación que sufre el electorado de la izquierda abertzale, tras el papelón que han jugado la ilegal Batasuna y sus dirigentes después de la frustración del proceso de paz por parte de ETA.

Y también lo hace porque sabe que es la única posibilidad de repetir como candidato a la Lehendakaritza y tratar así de volver a reconciliar al PNV con su electorado tras la pérdida de votos que viene sufriendo de forma ininterrumpida en los últimos procesos electorales.

Sin embargo, me parece una estrategia abocada al fracaso por dos factores fundamentales. El primero de ellos es que ni José María Aznar gobierna en España, ni estamos en 2001.

Por mucho que se diga o escriba, la forma de gobernar del PSOE desde marzo de 2004, es diferente a la que empleó (y lo volvería a hacer, en el caso de ganar las elecciones) el PP en los últimos ocho años de su Gobierno.

Tampoco la estrategia del PSE-EE es hoy la misma que en 2001. Este argumento me parece importante, porque dos no se pelean si uno no quiere, y nosotros, a pesar de los deseos de Ibarretxe y sus acólitos, no queremos volver a las trincheras y a la crispación diaria que volvería a provocar el enfrentamiento de vascos nacionalistas contra vascos no nacionalistas.

Si el Gobierno Vasco y el lehendakari quieren poner sus problemas por delante de los de la sociedad, allá ellos; desde luego, nosotros vamos a seguir preocupándonos de los problemas reales de Euskadi (que haberlos, los hay), y responsabilizándonos del país, por cierto, desde la oposición, que es donde los ciudadanos nos han colocado de momento.

Y el segundo factor es que, quizás fruto de su desorientación temporal, el lehendakari piense que han pasado diez o doce años desde el fracaso de su primer plan Ibarretxe, pero lo cierto es que sólo han pasado dos. A pesar de que Ibarretxe trate de vendernos la misma receta con distinto envoltorio, no es consciente de que la sociedad a la que se dirige es la misma que le restó 140.000 votos en 2005.

Y esto ocurrió, en síntesis, porque la sociedad vasca conoce el resultado de las políticas de enfrentamiento entre bloques porque las ha padecido y, precisamente por ello, ha castigado electoralmente a quienes ha percibido que buscaban ese enfrentamiento.

En definitiva, que pintan bastos para el lehendakari. Ahora bien, si lo que quiere es consultar, lo tiene muy fácil, más ahora que parece que manda mucho en su partido: que plasme la hoja de ruta del plan Ibarretxe bis en un programa electoral y que convoque elecciones mañana mismo.

Pero mucho me temo que esa voluntad popular no es la que a él le interesa, al menos en este momento. Supongo que necesita unos meses para agitar a la sociedad con su bandera; no la de Euskadi, sino la del victimismo provocado por un feroz enemigo exterior.

¿Lo encontrará? Visto lo visto en la reunión del martes en Moncloa, a mí me da que no.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo único atinado que dice el artículo es cuando su autor reconoce que no es un lumbreras. Definitivamente no lo es.

Anónimo dijo...

Resulta ciertamente aburrido escuchar siempre la misma cantinela sin rigor ni fundamento. Dice el chaval que el Lehendakari pactó su Plan en diciembre de 2004 con la izquierda abertzale. Pero todo el mundo sabe que de los seis parlamentarios que le quedaban en la cámara (el séptimo, Josu Ternera, ya había desaparecido) tres votaron a favor del Plan y los otros tres en contra. Es decir, la mitad votaron igual que el PP y el PSOE. ¿Significa eso que el Lehendakari pactó con ellos? Si el Lehendakari pactó con los tres que votaron a favor de su plan, el PP y el PSOE pactaron con los tres que votaron en contra. ¿O es que el pacto sólo sirve para los que votaron a favor?

De verdad...¡qué aburrido!

Anónimo dijo...

Me he reido mucho al leer que en Euskadi hay dos grandes tradiciones políticas, la abertzale y la autonomista. ¿Dos? Y Mayor Oreja, que vivió plácidamente bajo la bota de Franco, ¿qué es? ¿abertzale? ¿autonomista? ¿O, simplemente, un español recalcitrante?