'Enbata' llega a su número 2.000

Ellande Duny-Pétré en Noticias de Gipuzkoa.

Corre el año 1960 en Euskal Herria. El nacionalismo vasco vive momentos difíciles, sumido en la interminable noche franquista. El PNV en el exilio está en crisis, y la muerte del lehendakari José Antonio Agirre no ayuda. La recién nacida ETA explora vías nuevas. De repente, una sorpresa enorme: la llama del abertzalismo se enciende donde menos se esperaba, donde jamás había existido, en Iparralde. Se publica el primer número de la revista Enbata en octubre de 1960, y el movimiento político del mismo nombre comienza a organizarse.

La Carta de Itxassou, presentada en el Aberri Eguna de 1963, proclama el derecho a la soberanía del pueblo vasco reunificado. Esto supone una sacudida comparable a la que provocó Sabino Arana Goiri en 1895, cuando afirmó por primera vez en la historia: "Euzkadi es la patria de los vascos".

Porque Enbata no surgió de la nada. Su creación sólo puede entenderse como fruto de la influencia ejercida por las ideas, las actuaciones, los dramas vividos por nuestros hermanos al otro lado del Bidasoa. Las sucesivas olas de refugiados carlistas, de la guerra del 36, de la nueva resistencia surgida en los años 60, tuvieron su efecto. Los pioneros de Enbata se nutrieron de ello, al igual que de la descolonización (Indochina, y posteriormente Africa y el Magreb), además de los últimos vuelos que tenían como destino América, que vaciaron los valles de Iparralde de las fuerzas vivas de su juventud.

Quienes lanzaron la primera revista política abertzale de Iparralde veían también cómo se iban cerrando las industrias tradicionales de su país. A principios de los años 60, la desaparición de las acerías de Boucau y de la industria del calzado en Hasparren angustiaron a todo un país, ante un futuro que se le escapaba porque las decisiones se tomaban en otra parte. Pero estamos en un Estado que forjó su unidad muy pronto, donde el sentimiento nacional, el nacionalismo francés, se fortaleció en menos de un siglo a través de tres guerras sucesivas (1870, 1914-1918 y 1939-1945) contra el "enemigo hereditario", Alemania.

Enbata nace en ese entorno y en un contexto difícil. Más allá de las vicisitudes, las divisiones, los fracasos y éxitos del movimiento abertzale en Iparralde, la revista, a lo largo de sus 2.000 números, constituye el hilo conductor, el vínculo permanente, en algunas ocasiones el crisol, pero también el espejo de un movimiento en construcción en todos sus componentes, incluidos los de la sociedad civil y la cultura. La revista trata cada semana de dar sentido a nuestra lucha, que reemprendemos una y otra vez; trata de ser un instrumento al servicio del abertzalismo.

Hoy la línea de Enbata podría situarse en la onda de Abertzaleen Batasuna, pero de todas maneras rechaza estar sometido a la línea de un partido. Se aferra a su libertad, y quiere estar abierta a las diferentes sensibilidades del abertzalismo, e incluso más allá. Recientemente ha establecido un vínculo privilegiado con el sindicato ELA, a través de la Fundación Manu Robles-Arangiz.

El poder de París ha intentado acallar la publicación en varias ocasiones. No han faltado procesos de todo tipo. Aun en el país de Voltaire y de Jean-Jacques Rousseau, a París no le gustan nada estos vascos irreductibles que mantienen la cabeza alta. El presidente Pompidou, como el último de los Aznar, disolvió Enbata el 30 de enero de 1974 porque "atenta contra la integridad del territorio nacional". Veintitrés años más tarde, un comisario de policía hizo condenar al semanario a una multa astronómica por haberle acusado de recibir dinero de los policías españoles relacionados con el GAL.

Han sido necesarios numerosos esfuerzos oscuros y constantes, grandes cantidades de entusiasmo y energía, para publicar durante 47 años de existencia estos 2.000 números. Enbata es fruto de una convicción, de una fe que debe también mucho a la determinación de un abertzale excepcional, Jakes Abeberry, que ha seguido con la publicación con una rara tenacidad, desde el origen hasta hoy.

Pero nuestro semanario sólo existe porque numerosos militantes aportan su grano de arena: redactores regulares u ocasionales, diseñador, corrector, distribuidor, fotógrafo, maquetador, informático, abogado, contable, etc. Esta red y este impulso creador, este "duro deseo de durar", hacen que Enbata participe en su entorno junto con otros sectores del abertzalismo en el gran proyecto colectivo que nos anima a todos en toda Euskal Herria: la construcción de nuestro país en una sociedad más justa, más solidaria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De la noche franquista a la noche nacionalista, de Enbata a enbata y con rulos.

Anónimo dijo...

Embata si quiere incidir y mejorar el presente y el futuro de la poblacion de Iparralde debe abandonar la marginalidad.