¿Cambiar nacionalismo vasco por español?
Artículo de Endika Zapirain en Noticias de Gipuzkoa.
No hace mucho, cuando se trataba de nacionalismo, se entendía/interpretaba por nacionalismo vasco o similares. Es decir, movimientos reivindicativos a favor de una nación, frente al Estado. Hoy, con una visión más ajustada a la realidad, se denomina nacionalistas a los que lo son de forma preeminente: los partidos políticos PP/PSOE y las instituciones del Estado que se nutren de estos partidos. El Estado español está impregnado de nacionalismo español. Sobre todo, en las instituciones con poder decisorio y divulgadoras del espíritu nacional y los medios de comunicación. Esta realidad está a la vista de cualquier observador imparcial y equilibrado. El sentimiento nacionalista que se manifiesta de una o de otra forma es generalizada en el mundo desde hace siglos y especialmente desde la revolución francesa (1789/1799).
Se han producido acontecimientos importantes a lo largo de la historia, impulsados por movimientos nacionalistas propiciando la liberación de pueblos y naciones, de situaciones indeseables. Se han desarrollado también, episodios lamentables como el nazismo y el fascismo. Otros de menores efectos nefastos, aunque muy negativos, presentes hoy en nuestro entorno. En definitiva, a pesar de los innumerables matices de todo tipo y profundidad, en cuanto a fines, métodos y naturaleza, el sentimiento nacionalista está más o menos conscientemente en la mayoría de las personas que habitan este planeta, y muy especialmente en los poderes establecidos, institucionales y fácticos. Todas las personas, con intensidad diferente, comparten, defienden y se identifican con la cultura, la lengua, el folklore, la idiosincrasia, mentalidad, estilo, emociones, sensibilidad con valores determinados y cuantas expresiones se ponen de manifiesto en su grupo natural, en su pueblo, en su nación o, con el lugar en donde viven. Sienten la necesidad de desarrollar plenamente sus potencialidades como nación libre, sin limitaciones y sin estar sujetos a intereses ajenos. Esto constituye el componente político que justifica a los partidos políticos que asumen estos fines y que para hacer posible su consecución, ven necesario agruparse. Este impulso es saludable, muy sano y natural, cuando se desarrollan por procedimientos democráticos. Es normal, por tanto, que los y las ciudadanas se agrupen en defensa de lo que consideran derechos básicos, o apoyen a los grupos u organizaciones que lo hacen. Este es uno de los tipos de nacionalismo que opera hoy entre nosotros en Euskadi o Euskal Herria. En estos momentos, el objetivo inmediato que más aproxima a estos grupos políticos y sociales es el derecho del pueblo vasco a decidir su futuro, libremente. Derecho que es defendido por más del 70 % de la ciudadanía de la CAV.
Ha habido siempre, a lo largo de siglos, persecución sin cuartel por parte de las instituciones y gobiernos españoles; grupos, medios y personas afines y/o asimiladas, contra las organizaciones nacionalistas vascas, a las que se ha tildado siempre, de separatistas. Como si separarse de un conjunto o situación forzosa y anormal, fuera el mayor y peor crimen posible. "Antes roja que rota" (Calvo Sotelo, derecha española, refiriéndose a España en 1935). Hoy la derecha o extrema derecha española representada por el PP y sus afines y también asimilados, defenderían exactamente lo mismo: antes el comunismo que aceptar, no ya la independencia de Euskadi sino el nuevo Estatuto Político aprobado por mayoría absoluta en el Parlamento vasco y rechazado en Madrid. Y el PSOE de Zapatero, ¿que elegiría? Exactamente lo mismo, a la inversa: antes la derecha/extrema derecha gobernando España, que aceptar el Estatuto Político al que me he referido.
Ahora, el objetivo prioritario de estos partidos nacionalistas españoles -PP/PSOE- es desalojar al lehendakari Ibarretxe de Ajuria Enea y hacerse con el control del gobierno vasco. Es decir, pretenden alojar al nacionalismo español, radical, intransigente, inflexible, rígido y de imposición, en Ajuria Enea. La gravedad del nacionalismo español radica en dar por bueno y definitivo lo que España impuso; lo ha mantenido y lo mantiene por la fuerza. No está dispuesto a reconocer las realidades nacionales que concurren en el Estado español y soltar las amarras que impiden/dificultan el desarrollo de sus potencialidades. Se aferra a la fuerza y a las leyes, hechas a su medida, incluida la Constitución.
Como ocurre con frecuencia en situaciones similares, la propaganda del régimen español durante décadas ¿siglos? ha sido la sinergia, la costumbre, el conformismo; los hábitos, intereses, conveniencias, ignorancias,... aunque algunos por convicción. Hay personas de esta tierra, tal vez demasiadas, que se alinean con los intereses de España. Este nacionalismo español es nefasto, a todas luces, para las y los ciudadanos vascos, cualquiera que sea su origen y su sensibilidad en esta cuestión. O sea, los que impiden por todos los medios que el pueblo, la sociedad, la ciudadanía vasca decida su futuro libremente, pasarían a dirigir la política del país, siguiendo estrictamente y con entusiasmo las directrices de los dirigentes del partido y gobierno de España. En fin, no puede concebirse mayor contradicción, irracionalidad y disparate. Además, implicaría un empeoramiento creciente de la situación, en todas las áreas: sociales, económicas, educativas, culturales, investigación, etc. Es fácil comprobar esta circunstancia: compárense datos objetivos de la CAV, y los del Estado.
La reacción de los estamentos del Estado español en todas las áreas ante la consulta popular no vinculante aprobada por el Parlamento vasco refleja el radicalismo nacionalista español, no democrático y pernicioso para la convivencia. ¿Cómo es posible que en un país europeo del siglo XXI, el presidente del gobierno español presente como un logro importante de su gestión en sus 100 días de mandato impedir la consulta popular aprobada por un Parlamento? Estos son los que pretenden gobernar en las instituciones más importantes de Euskadi -CAV-. Naturalmente, los votantes lo impedirán, sin duda alguna. Es indispensable, no obstante, que el gobierno vasco y los partidos que lo sustentan y otros grupos sociales y políticos que están básicamente de acuerdo, informen exhaustiva y verazmente a la ciudadanía.
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