López tantea a nacionalistas moderados
La posibilidad de un Gobierno Vasco socialista en minoría, con Patxi López como lehendakari investido con el apoyo del PSE y del PP, se perfila como algo irreversible. Las próximas semanas serán decisivas para saber si finalmente este acuerdo de investidura cristaliza en un documento de prioridades políticas como propone el PP, con independencia de que los populares consideren que estos compromisos podrían servir para garantizar una política de estabilidad al Ejecutivo para toda la legislatura.
Aunque oficialmente todo está aún en el aire, en la práctica los acontecimientos se van precipitando. El PSE estudia en la actualidad si estas prioridades se recogen en el programa que presente el candidato a la investidura o en un documento expreso por separado. Los socialistas no quieren limitar al PP sus posibles acuerdos políticos y aunque buscarán pactos puntuales con todos los grupos de la Cámara, son conscientes de que, además de los populares, sólo Ezker Batua puede estar en una oposición más receptiva a medio plazo, que se traducirá en una abstención en la investidura.
Los socialistas empiezan a valorar la conveniencia de una relación más estable con el PP de lo que en un principio estaban previstos a asumir. Queda claro que su estrategia excluye un gobierno de coalición con el PP. Y en principio tampoco se plantean la posibilidad de un pacto de legislatura. Por ahora están dispuestos a explorar un acuerdo de investidura sobre determinadas premisas políticas que tampoco consideran especialmente inasumibles. Por ejemplo, no hay diferencias en el necesario respeto al marco estatutario y constitucional, en la deslegitimación social, política e ideológica del terrorismo de ETA, en la plena implicación de la Ertzaintza en esta tarea, en la defensa de políticas más equilibradas en favor del bilingüismo o en un reconocimiento expreso del pluralismo de la sociedad vasca.
Además, el PSE tiene la convicción de que el PP vasco, además de marcar una impronta en la reorientación de la política vasca, quiere que se visualice con claridad su decisiva aportación al cambio. Los socialistas, que en un principio se mostraban muy reticentes a desalojar al PNV de la Presidencia del Parlamento Vasco, parecen ahora más abiertos a negociar con el PP la futura composición de la Mesa de la Cámara hasta las últimas consecuencias. Y es que el PSE no excluye en última instancia la posibilidad de respaldar a un candidato del PP como nuevo presidente del Parlamento Vasco para garantizar, precisamente, que el órgano del Legislativo no torpedea las iniciativas del futuro Ejecutivo en minoría.
Mientras tanto, López sigue manteniendo encuentros para preparar su próximo gobierno. Se tratará de un Ejecutivo más reducido en su composición, paritario, del que apenas ha trascendido nada más que el clásico reguero de quinielas de nombres y especulaciones. Lo que sí se sabe es que es el propio López el que lleva adelante en persona las gestiones con la estrecha colaboración de Rodolfo Ares y de Isabel Celaá, que formarán parte del mismo previsiblemente.
También ha trascendido que López ha tanteado a algunas personalidades de sensibilidad nacionalista moderada para que se incorporen al Gobierno Vasco y visualicen una imagen de apertura y de pluralidad. El candidato del PSE es consciente de que su Ejecutivo va a tener que adoptar medidas de choque y tendrá que ofrecer también un perfil de liderazgo social contra la crisis que concite el acuerdo de empresarios y de sindicatos. López busca a independientes sin carné del PSE, que puedan estar en la órbita nacionalista moderada, para asumir en especial las carteras de peso económico y las relacionadas con la cultura. El empresario vizcaíno Iñaki López Gandásegui, presidente de Aernnova y que ha sido asesor de López en los últimos meses, figura entre los posibles aspirantes a integrar el futuro Ejecutivo al frente de una responsabilidad económica.
Especial significado político adquirirá la cartera de Interior, que algunas fuentes apuntan para Ares, actual secretario de Organización del PSE. Los defensores de esta tesis creen que Patxi López quiere contar con un hombre del núcleo duro del PSE para el sensible departamento de Interior. La prensa catalana señalaba el pasado lunes que Ares se perfilaba como el futuro sucesor de Javier Balza en esta cartera al frente de la Ertzaintza. Y en el PSE hay quienes consideran que esta opción tiene un 98% de posibilidades de salir adelante. Pero Ares se muestra hermético y quienes le conocen bien sostienen que su apuesta es mantener la Secretaría de Organización, es decir, seguir al frente del aparato del partido en un momento clave en que los socialistas van a llevar a cabo numerosos nombramientos de confianza. Estrecho compañero de Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior, si finalmente fuese al Ejecutivo autónomo sería su pieza esencial y, además, seguiría formando parte de la Ejecutiva Federal del PSOE.
La constitución de un gobierno socialista en minoría cambia por completo las claves de la política vasca. El PNV pasará a la oposición pero ya ha enviado un mensaje tranquilizador a ámbitos empresariales. Ejercerá una oposición exigente, pero no se va a echar al monte por sentido de la responsabilidad. Los nacionalistas creen que el desgaste de Patxi López, con una mayoría social crítica con el nuevo Ejecutivo, va a ser acelerado, más en una coyuntura de crisis económica. Cualificados ámbitos empresariales han reclamado al PNV una respuesta templada en el área económica porque el País Vasco necesita un plan rápido y urgente de ayuda a una industria vasca que amenaza riesgo de desplome. El PNV calcula que con ese escenario de recesión económica y la previsible incertidumbre política por la ausencia de una mayoría clara y estable, el gabinete de López va a estar marcado por la provisionalidad y la fragilidad y es posible que ni siquiera llegue al ecuador de su mandato.
Nadie tiene una bola de cristal para adivinar el futuro, pero el PSE es consciente de que habrá riesgos relevantes en el camino. Algunos de sus dirigentes consideran que lo importante es poner en marcha cuanto antes el gobierno, aunque sea en minoría, para dar sensación de normalidad y despejar algunos miedos en algunos sectores de la sociedad, por ejemplo los relacionados con la promoción del euskera y el ámbito educativo y cultural. La clave sería aguantar hasta después del verano para después, con las heridas de la contienda electoral ya cicatrizadas y una sociedad quizá más sosegada, intentar una política de acuerdos de geometría variable, en función de los temas, y esperar a que se decante la estrategia del PNV. Un sector del PSE contempla a medio plazo reconstruir una relación con el PNV a la espera de saber en qué dirección camina también este partido y si, por ejemplo, mantendría el liderazgo de Ibarretxe al frente de la oposición parlamentaria. Sin embargo, también hay socialistas que ven esta pretensión muy complicada porque sospechan que el PNV va a negar «el pan y la sal» al nuevo Ejecutivo desde el primer día.
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