Un tercio de los presos de ETA cree que «esto se ha acabado y hay que cerrar», según las FSE
La situación de crisis en la que se encuentra el colectivo de presos de ETA ha alcanzado en las últimas fechas una de las mayores cotas de enfrentamiento interno, en el que los sectores críticos y sus familiares han comenzado a organizarse de forma alternativa a los canales utilizados hasta ahora por la izquierda aber-tzale, según figura en un documento de las Fuerzas de Seguridad al que ha tenido acceso este periódico. «Se ha abierto una brecha y pronto va a haber un 'crack'. Será antes de lo que creen algunos», afirma un recluso citado en el escrito policial, en una frase procedente de conversaciones internas recogidas en los centros penitenciarios. Según los expertos, las cárceles se han convertido en estos momentos en el principal punto de fractura de ETA y el que más desvelos causa a la organización terrorista.
En este sentido, el debate abierto en las cárceles ha comenzado a centrarse de forma urgente en la propia utilidad de la lucha armada y en la posibilidad de poner fin a la violencia para iniciar una vía basada de manera exclusiva en las vías políticas y civiles. Una de las frases empleadas por los internos para resumir este ambiente es: «Esto se ha acabado, hay que empezar de nuevo... pensando en las familias». Este ambiente está creando una situación totalmente nueva para la organización, en la que se enfrenta a una insólita petición de cese de la lucha armada que procede por primera vez de sus propias filas.
El aumento de voces disidentes y el recurso a salidas individuales por parte de algunos internos provocó que ETA comenzara a presionar a las familias, así como a movilizar a los abogados para intentar frenar las críticas e imponer sus consignas. Al mismo tiempo, la puesta en marcha por parte del Ministerio de Interior de una política activa de dispersión amplió las tensiones internas entre los disidentes, que se encuentran en prisiones próximas al País Vasco, y los sectores ortodoxos de la organización, que han sido alejados a prisiones de Andalucía. Según el análisis de los expertos, el actual momento es crítico para la organización, puesto que es consciente de que más de la mitad de su apoyo social procede precisamente del entorno de los presos. Por ello, en su último comunicado, hecho público con motivo del Aberri Eguna del pasado sábado, los terroristas ni siquiera mencionaron las cárceles.
Según la lectura de los expertos antiterroristas, la organización obvió cualquier referencia a los reclusos en su documento porque una mención al colectivo podría situar a la organización ante el hecho de confirmar una disidencia que se niega a aceptar. Es en ese contexto en el que se han producido decisiones inéditas en la historia de ETA como que la cúpula proponga a los presos dejar de pagar las fianzas para salir en libertad provisional y sean los propios reclusos los que se nieguen, de forma abrumadora, a seguir esta consigna.
La presión de la organización se dirige ahora a intentar blindar al colectivo de presos. Con ese motivo, a lo largo de esta semana organizaciones como el colectivo de familiares de presos de ETA, Etxerat, han convocado una serie de movilizaciones para rechazar los veinte años de política de dispersión. Las protestas finalizarán el domingo en Durango. Una de las iniciativas previstas ha sido la convocatoria de una huelga de comunicaciones -en las que los presos de la organización se niegan a recibir visitas de sus allegados en prisión- para mañana y pasado. Según los expertos antiterroristas, esta movilización pretende ofrecer una imagen de disciplina interna mediante mecanismos que pueden controlar -como son los propios viajes de las familias a las cárceles- e incluso disponen de medidas de coacción hacia los allegados para evitar que se produzcan gestos de rebeldía ante las directrices oficiales.
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