López, lehendakari e Ibarretxe deja la política

Euskadi abrió ayer un nuevo tiempo político con la investidura como lehendakari del socialista Patxi López y el anuncio de Juan José Ibarretxe, candidato del PNV, de retirarse de la política formulado sorpresivamente en el pleno del Parlamento Vasco antes de procederse a la votación.

López fue elegido nuevo lehendakari por el pleno del Parlamento Vasco por mayoría absoluta tras una prolongada sesión de investidura con los 25 votos del PSE, los 13 del PP y el del representante de UPyD. López se convierte en el cuarto lehendakari desde el inicio de la transición y en el primero no nacionalista que llega a Ajuria Enea si bien el socialista Ramón Rubial fue elegido presidente del preautonómico Consejo General Vasco. López tomará posesión de su cargo en la Casa de Juntas de Gernika mañana jueves.

Finalmente los 39 votos del PSE, del PP y de UPyD dieron la mayoría absoluta a López en una primera votación. Los parlamentarios votaron uno a uno y en voz alta. El candidato del PNV y hasta ahora lehendakari, Juan José Ibarretxe, obtuvo 35 votos, los 30 correspondientes a su partido, los cuatro de Aralar y el del parlamentario de EA, Jesús María Larrazabal. El representante de Ezker Batua, Mikel Arana, se abstuvo.
La noticia más sorpresiva se produjo a media tarde, en pleno turno de réplicas y contrarréplicas. En una de sus intervenciones, Ibarretxe anunció su retirada de la política activa y el inicio de una nueva etapa en su vida. «Aquí, en el Parlamento Vasco, comenzó mi vida política y aquí termina», señaló después de agradecer, citando uno a uno, a todos sus consejeros por su trabajo realizado.

La sesión reflejó un duro enfrentamiento político entre nacionalistas y no nacionalistas, con severas acusaciones de frentismo y un airado cruce de reproches que reproducía las cargas de profundidad que han marcado la política vasca en los últimos diez años. López tendió en su discurso una oferta de diálogo, emplazó al PNV a lograr acuerdos de país y lanzó un mensaje centrado en el reconocimiento de la pluralidad de Euskadi, del entendimiento, en la firmeza contra el terrorismo y en el combate de la crisis económica mediante un paquete de urgentes medidas sociales a favor de los sectores más desfavorecidos, en especial los desempleados. Su intervención tuvo como eje central despejar los temores de frentismo en la sociedad y ofrecer un acuerdo al PNV sobre la base del respeto a la legalidad y a la integración de las diferentes sensibilidades identitarias.

Sin embargo, desde el primer minuto fue evidente que el puente y el «acuerdo entre diferentes» no era posible y que lo que se vislumbraba era un choque de trenes en toda regla. Ibarretxe obvió desde el primer momento la oferta de entendimiento formulada por López y reivindicó que las elecciones autonómicas han dado un partido ganador, el PNV, con una ventaja en votos y en escaños y un liderazgo social. Recalcó que López engañó a su electorado al ocultar el acuerdo con el PP. Subrayó que Euskadi «sigue teniendo una mayoría abertzale» y advirtió que el acuerdo entre el PSE y el PP supone un «perfeccionamiento» ideado en 2001 por Jaime Mayor para desalojar al nacionalismo del poder. En ese sentido, insistió en repetidas ocasiones en que la mayoría parlamentaria alcanzada por PP y PSE «no refleja la mayoría social y política de los vascos», debido a la distorsión de la Ley de Partidos y a la exclusión de una parte de la izquierda abertzale.

Con estos ingredientes, el debate parlamentario reprodujo dos grandes bloques enfrentados. Por un lado, con sus matices, todos los discursos esgrimidos por parte del PSE y del PP apuntaron la necesidad de reconstruir consensos básicos entre vascos sobre la base del reconocimiento de la pluralidad y sobre la apuesta por buscar soluciones a los problemas cotidianos de los ciudadanos, sin airear permanentemente conflictos o debates identitarios.

Sin embargo, los partidos nacionalistas resucitaron de forma reiterada un término acuñado del inicio de la transición como 'españolista', en una alusión a los partidos de ámbito español. Tanto Ibarretxe como Aintzane Ezenarro, esta última en nombre de Aralar, denunciaron en diversas ocasiones la aparición de este «frente españolista» que supondría -y en esta tesis también coincidió EA- una amenaza para el autogobierno y la identidad vasca. Pero Ezenarro también quiso fustigar al futuro lehendakari por el flanco social al poner en cuestión la existencia de un proyecto progresista para combatir la crisis económica por parte del PSE.

La sesión reflejó el pulso entre legalidad y legitimidad que parecía marcar el duelo entre nacionalistas y no nacionalistas y reabrió un debate ácido sobre la Ley de Partidos, a juicio del nacionalismo, fruto del cálculo para desalojar a Ibarretxe del poder.

Los populares dejaron la puerta abierta a posibles entendimientos con el PNV en materia económica. Pero el pleno de ayer fue quizá la última constatación de la profunda sima abierta entre nacionalistas y no nacionalistas en los últimos diez años. La retirada de Ibarretxe también obliga al PNV a rediseñar su estrategia, a fidelizar el voto que tuvo el candidato a lehendakari en las autonómicas, a «dejar de llorar», como expresó Egibar por la tarde. Tras anunciarse el resultado por parte de la presidenta del Parlamento Vasco, Arantza Quiroga, un cortés apretón de manos, con una breve conversación rodeados de fotógrafos, entre Ibarretxe y López culminaba el pleno de once horas. Fue todo un símbolo de algo más que un mero relevo en la Lehendakaritza.