Euskadi es cada vez más verde

No es un tópico o un lema de folleto turístico: los datos demuestran que el País Vasco es cada vez más verde. En las últimas tres décadas, la superficie arbolada ha aumentado en 500 kilómetros cuadrados -unos 50.000 campos de fútbol- hasta alcanzar algo más de la mitad de la extensión total de su territorio. Euskadi es ya la comunidad autónoma que atesora una mayor proporción de superficie boscosa de todo el Estado. La cruz de la moneda es la crisis del sector forestal vasco, que va retrocediendo posiciones año tras año. En la última década se ha perdido una cuarta parte de los empleos que surgieron al amparo de la economía rural.

Ésta es, a grandes rasgos, la radiografía que plasma un pionero estudio elaborado conjuntamente por los departamentos vascos de Agricultura, Pesca y Alimentación, por un lado, y Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, por otro. A través de 23 indicadores, el informe evalúa la situación ambiental de la masa forestal del País Vasco desde el punto de vista ecológico, económico y social. En términos generales, las conclusiones son favorables, aunque incluye aspectos negativos como la progresiva pérdida de peso específico del sector en el PIB vasco o la elevada cifra de especies amenazadas de fauna y flora.

En primer lugar, el informe Selvicultura y Medio Ambiente. Indicadores 2008 constata que la superficie arbolada del País Vasco se ha incrementado de manera «extraordinariamente importante» desde 1972 -fecha en la que se hizo el primer inventario forestal de Euskadi- hasta la actualidad. En concreto, la comunidad ha ganado un 14% de zona boscosa, un área equivalente a multiplicar por doce la extensión de la villa de Bilbao o por dos la de Vitoria. Hoy en día, el 55% del territorio vasco es arbolado (396.701 hectáreas), una proporción muy superior a la tasa media media del planeta, que se sitúa en torno al 27% de su extensión total. Estas cifras permiten a la comunidad autónoma colocarse a la cabeza de Europa y codearse en riqueza forestal con Finlandia y Suecia.

Un incremento de superficie arbolada de casi 500 km2 en un país de poco más de 7.200 km2 en un plazo de apenas 35 años constituye, a juicio de los expertos, un «avance espectacular». Sobre todo en Álava, territorio en el que el suelo boscoso aumentó un 31%, frente al 3,5% de Vizcaya y el 4,8% de Gipuzkoa. Euskadi, tras esta intensa reforestación, lidera el ránking de comunidades autónomas en proporción de cobertura arbolada, seguida de Cataluña y Galicia.

La preocupación por recuperar las superficies esquilmadas surge a partir de los años cuarenta, coincidiendo con el desarrollo industrial que condujo al abandono de importantes superficies de tierras de caserío; la ciudad demandaba mucha mano de obra y el mundo rural quedó desatendido. Los propietarios se lanzaron entonces a una intensa actividad repobladora con el fin de sacar rendimiento de fincas en desuso.
Uno de los efectos más beneficiosos del incremento de la superficie forestal se encuentra en el «espectacular incremento» experimentado por el stock de carbono de los bosques, una de las principales armas que contribuyen a neutralizar las emisiones de CO2, culpables del temido efecto invernadero. Mientras a comienzos de los 70, una hectárea de coníferas contenía por término medio 28 toneladas de carbono orgánico, tres décadas después supone más del doble. «Este incremento es resultado del notable aumento de la superficie forestal y en la densidad de árboles por hectárea», explica la consejera vasca de Medio Ambiente en el informe.

Esther Larrañaga, por otro lado, pone el acento en los datos negativos de erosión hídrica debida a la actividad forestal. El 28% del total de la superficie boscosa presenta grados «altos o muy altos» de desgaste debido a la «utilización inadecuada» de maquinaria pesada en explotaciones forestales de pendientes elevadas. Respecto a la defoliación, el informe no arroja conclusiones alarmantes: sólo un 8% de la superficie arbolada de la comunidad presenta un estado de deterioro moderado o severo o, en el peor de los casos, son árboles muertos.

Lo que sí constituye un aspecto preocupante es la delicada situación del sector forestal desde un punto de vista económico. En la última década, la producción final ha disminuido un 57% hasta situarse en los 52 millones de euros anuales. La pérdida de importancia de esta actividad se explicar por la «bajada importante de cortas y precios» de la madera debido, entre otros factores, al aumento de importaciones de Francia o Chile y a la caída del mercado del mueble macizo de pino.
Desde 1995, el consumo de madera en el País Vasco ha disminuido un 21% hasta alcanzar 1,8 millones de toneladas anuales. Una situación que ha hecho cundir el desánimo en el sector de forestalistas que, en diez años, ha perdido un 26% de los empleos.

No hay comentarios: