Por 'gorriye'

El día después del asesinato de Ignacio Uria a manos de ETA amaneció gris y silencioso en Azpeitia. El cielo plomizo presidió las dos concentraciones celebradas en honor al empresario, en las que las lágrimas corrieron confundidas en algunos momentos con la lluvia. La capilla ardiente instalada en el tanatorio de Azpeitia fue un continuo ir y venir de miembros de la extensa familia de Uria, que estuvieron arropados por vecinos, trabajadores y representantes de la clase política y empresarial.

El intenso dolor de los allegados de Uria tuvo como contrapunto la batalla política paralela que ha desencadenado el último atentado de ETA, que ha provocado la salida de EA y Aralar del equipo de gobierno liderado en Azpeitia por ANV y ha hecho resurgir la polémica de las mociones de censura contra la izquierda abertzale, además de propiciar una nueva imagen del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, unidos ante ETA y decididos a resucitar juntos su viejo pacto antiterrorista.

La crónica de esta jornada de duelo por la primera víctima de ETA vinculada a la construcción de la Y ferroviaria vasca comenzó a primera hora de la mañana, con la apertura de la capilla ardiente. La viuda de Uria, Manoli Aramendi, sus hijos y muchos miembros de este extenso clan de nueve hermanos no pararon de recibir hasta última hora de la noche muestras de condolencia.

El lehendakari Juan José Ibarretxe fue uno de los primeros en llegar, a las 11.30 horas, acompañado del diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, y las consejeras de Industria, Ana Agirre, y de Transportes, Nuria López de Guereñu. También se acercaron al velatorio, entre otros muchos, Iñigo Urkullu (PNV), Patxi López (PSE), Antonio Basagoiti (PP), Unai Ziarreta (EA) y Javier Madrazo (EB), así como los presidentes de la patronal vasca, Miguel Lazpiur, y de la Asociación de Empresarios de Gipuzkoa, Eduardo Zubiarre. A las puertas del tanatorio, el ex dirigente jeltzale Xabier Arzalluz, natural de la vecina Azkoitia, se mostró convencido de que las personas que "señalaron" a Uria como objetivo de ETA no andaban lejos del valle del Urola.

La llegada de Zapatero y Rajoy fue una cuidada puesta en escena. Aunque ambos mandatarios llegaron en el mismo avión oficial, nada más aterrizar separaron sus rumbos. El líder del PP dejó un margen al presidente para que fuera el primero en realizar la visita al tanatorio, para después entrar él y salir poco después los dos juntos, propiciando la fotografía de su unidad frente al terrorismo.

A mediodía, un millar de personas se concentraron ante el Consistorio de Azpeitia, a la misma hora en la que este mismo acto de protesta por el último asesinato de ETA se repetía en otros muchos ayuntamientos vascos y del resto del Estado. Dos horas antes, cientos de trabajadores de Altuna y Ulia se congregaron frente a la sede de la empresa en Azpeitia bajo una pancarta de ELA que rezaba en euskera Porque somos nacionalistas y trabajadores, no estamos de acuerdo .

En el restaurante Kiruri, a la fatal hora en la que sólo 24 horas antes había sido asesinado Uria, no se desplegó el tapete en el que cada mediodía jugaba al tute con sus amigos de toda la vida: Joxe Mari, Ángel e Imanol. "Tardarán en volver a jugar. Están muy afectados. Joxe Mari no ha podido reaccionar, el golpe le ha afectado incluso físicamente", aseguraron desde el restaurante. Les ha llegado al alma que las partidas que sí han mantenido otros amigos en el vecino bar Uranga como una forma de homenaje a Uria se hayan interpretado como una muestra de frialdad en algunos medios de comunicación. "Pero si están destrozados...", sostiene su entorno.

A última hora de la tarde, antes del momento en que estaba previsto abrir la capilla ardiente del empresario para que pudieran despedirle sus vecinos, muchos de ellos ya se agolpaban a las puertas del tanatorio. En torno a las 22.00 horas, la familia abandonó el local para descansar de la maratoniana jornada que continuará hoy, con un tercer día de duelo por Uria. Por Gorriye.