ETA busca la marginación política del PNV y conducirle a una situación "insoportable"

ETA apuesta por condenar al ostracismo al PNV y llevarle a una situación política "insoportable". Arrebatar el liderazgo nacionalista al partido jeltzale y excluirle de cualquier iniciativa de acumulación de fuerzas abertzales han pasado a ser dos de los objetivos de cabecera de la organización armada, tras el proceso de reflexión que ha desarrollado durante los últimos tres años.

Según los documentos a los que ha tenido acceso este periódico, ETA está más decidida que nunca a recrudecer su hostilidad hacia el PNV, partido al que describe como "enemigo del pueblo", al mismo nivel que los Estados español y francés.

Cuando se cumple el 50º aniversario del nacimiento de ETA -fecha marcada por el momento en el que Txillardegi comunica su constitución a través de una carta al lehendakari exiliado en París, José Antonio Agirre, el día de San Ignacio de 1959- la organización aspira a eliminar del primer plano de la escena política vasca a un partido que considera el "principal obstáculo para la liberación de Euskal Herria".

Así lo plasma, entre otros, en un documento titulado Hacia la estrategia independentista de una nación organizada. La estrategia nacional como motor del proceso de liberación, realizado en el marco de la reflexión que ha realizado con motivo de su medio siglo de actividad y fechado en diciembre.

"La tragedia nacional de Euskal Herria se llama PNV", sostiene. Para ETA, cualquier progreso hacia sus objetivos pasa por impulsar una "alianza independentista" de la que veta al partido jeltzale, al que ve encauzado hacia la "renovación" de un estatus autonómico y decidido a "dejar de lado el camino de la construcción nacional".

ETA excluye al PNV de cualquier alianza estratégica entre abertzales, entre otros motivos, porque le atribuye el fracaso de anteriores tentativas para hacer realidad un gran plante nacionalista, desde el propuesto en Xiberta, en 1977, o el más reciente pacto de Lizarra-Garazi, de 1998. "La culpa de que estas iniciativas nunca hayan tenido un recorrido político de larga duración ha sido siempre del PNV", sentencia.

No renuncia a volverlo a intentar. De hecho se arroga la vanguardia de este intento, pero esta vez, prescindiendo desde el minuto cero del PNV, al que acusa de haberse "inmiscuido" en anteriores procesos de este tipo y de haber injerido también en las negociaciones políticas con el Estado español. ETA quiere todo el protagonismo y, llegado el momento de un posible proceso, hablar de tú a tú con el Estado sin ningún testigo molesto.

Lejos de este escenario negociador, apuesta por empezar a crear el "instrumento" para llegar a él: una nueva plataforma soberanista que dé el paso definitivo hacia la independencia. "Sin un movimiento independentista, no hay Euskal Herria que valga", sostiene ETA.

Concibe un frente abertzale que, además de plantar batalla a los estados español y francés, desplace la "apuesta política del PNV" y busque la "confrontación política" con el partido que dirige Iñigo Urkullu.

"Se le debe impedir (al PNV) que estabilice su proyecto y la situación política de hoy en día, hasta que sea garantizado el derecho a conformar Euskal Herria como nación, hasta que sea reconocido el derecho de autodeterminación", plantea ETA.

Metida en comparaciones históricas y sociológicas de dudoso rigor, la organización armada atribuye su nacimiento a la "falta de osadía" y el "inmovilismo" del PNV en 1959, actitud que desde su punto de vista provocó un caldo de cultivo social equiparable al que existe ahora en favor de la independencia.

"El PNV está consiguiendo que el pueblo vuelva a soliviantarse creando un movimiento popular independentista muy fuerte. Ese enfado hay que canalizarlo para crear una alianza nacional de izquierdas que conduzca al fracaso del autonomismo y al desarrollo de la crisis del PNV", expone.

En este contexto, ETA augura la tercera "crisis del autonomismo", con la confianza de que sea la "definitiva" en el camino hacia la independencia. A este respecto, ve su 50º aniversario como un momento propicio para iniciar una especie de ofensiva final. Este viernes, festividad de San Ignacio, en la que se cumple esta efeméride y también el aniversario del PNV, lo tiene anotado en su siniestra agenda como un día para comenzar a ahondar en su "línea" contra el partido jeltzale. Su previsión, según el documento fechado en diciembre, es emitir un comunicado para dar carta de naturaleza a su acometida contra esta formación, que ya ha venido perfilando en sus últimos pronunciamientos. Tendría también en mente remitir una carta al Euzkadi Buru Batzar comunicando sus reflexiones.

De lo que parece no darse cuenta ETA, a tenor de lo que se puede leer en estos documentos, es que con sus premisas hiere de muerte cualquier intento de promover una acumulación de fuerzas soberanistas. La mayor parte de las siglas abertzales llamadas a formar parte de esta plataforma ya han dejado claro que no están dispuestas a asumir la tutela de ETA. Tampoco ven clara la exclusión previa del partido que lidera Urkullu.

EA y Aralar han sido tajantes a este respecto. Estas dos formaciones no ven factible que arranque el llamado polosoberanista sin un claro desmarque de la violencia de la izquierda abertzale histórica o un desarme de ETA. EA, sigla sobre la que la izquierda abertzale ve su pista de aterrizaje más segura, no ha dejado lugar a dudas. Su secretario general, Pello Urizar, dijo la semana pasada que imponer vetos a ciertas siglas antes incluso de sentarse a la mesa es un "lujo" que los aber-tzales "no se pueden permitir".

El propio Arnaldo Otegi ha venido rebajando las expectativas en torno a la puesta en escena otoñal de un bloque soberanista, diciendo que puede que se retrase o que no tenga tanta consistencia como dio a entender inicialmente.

1 comentario:

Sasetaurrena dijo...

Hemen egongo gara itxaroten. Beldur barik, pakeaz eta sintzotasunez, baina beldur barik.
Gora EAJ !