Si la Policía vasca ha estado apartada ha sido por los ministros españoles

Responsables policiales y judiciales de la lucha contra ETA en Francia no muestran ninguna desconfianza, suspicacia ni escrúpulo ante la hipotética participación de la Ertzaintza en las investigaciones en territorio galo. Pero observan que la incorporación de la Policía vasca al trabajo en común es una cuestión que debe ser aprobada por el Gobierno español, sin que la decisión varíe el canal exclusivo de interlocución entre las capitales de ambos países.

Centralización y coordinación son desde la óptica de París las llaves maestras de un dispositivo antiterrorista bilateral, equilibrado y complementario, cuya probada eficacia no suscita ninguna apetencia de introducir modificaciones. La Ertzaintza deberá viajar con visado español y coche oficial con matrícula de Madrid si desea cruzar la frontera con el teatro de operaciones de la vanguardia antiterrorista y de la retaguardia etarra.

El síndrome del camarote de los hermanos Marx, como se define en gráfica expresión en las altas esferas madrileñas, es el principal fantasma que surge en el horizonte de los Pirineos cuando se plantea hacer un hueco a las txapelas entre quepis y tricornios. «Ya hay mucha gente que trabaja en este campo. Quizá dar entrada en el juego a otro servicio sea fuente de problemas a nivel de la coordinación», apunta un mando de la Policía antiterrorista. «Multiplicando los servicios y las entidades que tratan la cuestión, uno se debilita. Aunque siempre son mejorables, no hay quejas por los resultados registrados en la lucha contra ETA con el dispositivo actual», agrega la fuente.

El esquema de funcionamiento descansa sobre dos pilares, el informativo y el operativo, constituidos por grupos de trabajo en tándem. El primero está formado por la Dirección Central de Información Interior (DCRI, en sus siglas en francés) y la Guardia Civil con el concurso ocasional del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
En paralelo actúan la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional y la Policía Judicial francesa, liderada desde París por la Subdirección Antiterrorista (SDAT), con participaciones puntuales de la Gendarmería.

Desde el punto de vista galo, la aportación eventual de la Ertzain-tza debería producirse forzosamente integrada en la parte española del binomio y nunca en solitario en una relación por separado con un cuerpo francés. «Resultaría problemático que la Policía vasca comunicara a la francesa informaciones no puestas en conocimiento de la policía española», se reflexiona en los despachos de la plaza Beauvau, sede del Ministerio del Interior.

Además Francia, país jacobino por excelencia, tiene clarísimo que la lucha antiterrorista es una competencia exclusiva del Estado que ha de estar centralizada y que la coordinación en la dimensión internacional debe pasar forzosamente por las capitales, ya sean La Haya, Berlín o Madrid, pero nunca Rotterdam, Múnich ni Vitoria. «No es que París deba apropiarse de todo. Pero si los mossos catalanes o nuestras policías municipales empiezan a querer establecer lazos con unos y otros no se cómo nos íbamos a arreglar», objetan en la Dirección Central de la Policía Judicial.

La integración de la Policía vasca en los equipos españoles es «un problema español» al que Francia no pone un veto previo. «Si un día la CGI o la Guardia Civil llegan a París en compañía de la Ertzain-tza sería una decisión soberana del Reino de España a la que no nos opondríamos», aseguran en la jerarquía policial.

En París aún se recuerda el operativo combinado de las policías vasca y francesa que en 1993 permitió el desmantelamiento simultáneo a ambos lados de la frontera de una trama recaudadora del 'impuesto revolucionario'. «Pero no vinieron a trabajar en Francia. Cada Policía trabajó en su país. Ellos ejecutaron una comisión rogatoria internacional y nosotros ejecutamos otra», puntualizan en el Palacio de Justicia.
Ni comunicaciones
El precedente es una excepción que confirma la regla de la marginación de la Ertzaintza en Francia, pues no se volvió a repetir la experiencia pese a sus buen resultado. «Desde hace quince años han sido los españoles quienes se han negado a que hubiese la más mínima intervención en Francia, ni siquiera mantener relaciones o comunicaciones», se apunta en los juzgados antiterroristas, donde niegan la hipótesis de un veto francés. «Si la Policía vasca ha estado apartada, ha sido por los ministros españoles. Si ha habido desconfianza hay que buscarla por el lado español. Nosotros no tenemos razones objetivas para desconfiar», subrayan.

Entre los magistrados especializados en contraterrorismo hay quien percibe las eventuales aportaciones de la Ertzaintza como una baza en el combate a ETA. «A menudo en los sumarios franceses no se sabe muy bien el recorrido ni lo que han hecho en España personas que están en Francia y sería interesante contar con las informaciones en posesión de la policía vasca», comenta un fiscal familiarizado con las causas de ETA.

Convencido de que «ETA no hace diferencias entre la Guardia Civil y la Policía vasca», este representante del ministerio público galo no disimula su predisposición favorable a actuar codo con codo con la Ertzaintza. «Si mañana me dicen que tengo que trabajar con la policía vasca no pondré ninguna pega y lo haré con mucho gusto», proclama.

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